domingo, 7 de enero de 2007

Un dólar cada mil kilómetros

Dominique Lapierre relata a la perfección una de las experiencias más importantes de su vida en este libro. El escritor francés embarca desde Europa rumbo a México a mediados del siglo XX solo con 18 años. Con una beca de treinta dólares se propone recorrer más de 30.000 kilómetros para visitar el país que él siempre soñó. El autor escribió este libro al volver a la Europa destruida después de la segunda gran guerra.

Para empezar, me gustaría aclarar por qué motivo decidí leer este libro. Lo primero que me llamó la atención fue el resumen del argumento, ya que me parecía interesante saber como un joven francés de 18 años lograría atravesar el océano Atlántico y visitar México con sólo treinta dólares. Tras ojear el libro por encima me di cuenta de que era una novela de mi gusto y el hecho de que estuviera basado en la vida real fue un aliciente más que me decidió a comenzar esta lectura.

El libro tiene 198 páginas dividas en nada menos que 43 capítulos con diferente título cada uno. Los capítulos no suelen ser muy largos, y varias veces no tienen más de tres caras escritas. La forma de escribir del autor es amena y divertida, con un ritmo ágil y un estilo directo. En la portada podemos encontrar una foto con una carretera de arena recta e interminable entre árboles que representa el largo camino que le queda por recorrer. Las descripciones que aparecen en el libro merecen especial atención por su vivacidad y precisión en los detalles, en especial las que se refieren al ambiente y la cultura de los lugares por los que atraviesa.

El protagonista narra diferentes anécdotas y vivencias del viaje de una manera realista. Siempre que le pasa algo o se mete en un problema, sale del embrollo de una manera inesperada. A lo largo de todo el viaje nuestro amigo tiene que ingeniárselas para llegar a su destino y esto le hace conocer a una infinidad de individuos que tratan de ayudarle, y en otros casos crearle complicaciones.

El escritor consigue mantener el interés del lector desde la primera hasta la última pagina del libro. El hecho de que ni el protagonista sepa lo que le va a suceder al día siguiente incita al lector a seguir leyendo. Por lo tanto, nunca un capítulo resultará aburrido.

Personalmente, durante la lectura de este libro me he sentido cercano al protagonista quizá porque a mí también me hubiese gustado vivir una experiencia parecida. Y tras leer el libro me he dado cuenta de que en un viaje como este se pueden aprender muchas cosas. Crea un antes y un después en la vida del joven aventurero, además de conocer otras culturas y las costumbres de otro tipo sociedades. Esto determina que el protagonista se vuelva más adulto cada kilómetro a pesar de seguir teniendo 18 años.

En mi opinión una vivencia de este tipo atrae a un público joven que se identifica con la aventura y estaría deseoso de vivirla y disfrutarla. Hoy en día las cosas son bien diferentes ya que la mayoría de la gente que viaja lo hace sin correr ningún riesgo, aunque todavía existan personas que conservan el espíritu aventurero. Este libro está dirigido a los que quieran encontrar este espíritu.

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